Pablo Miranda Melero recibirá el 27 de julio a las 11,00 de la mañana junto a la Puerta de la Mejana reconocimiento como Hortelano Popular que organiza la S.D.R. Frontón durante las fiestas de Santa Ana. A sus 88 años, este tudelano de toda la vida, hijo de Jesús y Catalina, nacido en el Cofrete el 15 de enero de 1931, continúa bajando puntualmente cada mañana a su pieza de la Mejana donde cuida con mimo tomates, puerros, calabazas y melones…
Comenzó trabajando en el campo con su padre, bien jovencico, recuerda. «En aquel entonces no es como ahora, que es obligatorio acudir al colegio. Yo iba a los Corazonistas, y me gustaba la escuela. En matemáticas era bastante bueno y aún sigo siendo hábil para los números, pero apenas cumplí los 11 años, empecé a ir junto a mis hermanos mayores Ruperto, ya fallecido, y Javier, que tiene 92 años y está aún más joven que yo». Sin tractores como ahora, las caballerías eran la única ayuda de la que disponían en sus tareas y, muchas veces, la distancia, hacía que pasaran las noches fuera de casa para poder atender las tareas, relata.
Por si no fuera suficientemente duro, Pablo tuvo su superar un accidente que con 7 años casi le hace perder su mano izquierda, pero que como señala, nunca le ha supuesto un impedimento a ponerle ganas a trabajar. «Fue durante la guerra. Había comulgado el domingo de antes. En Tudela no había frente, pero muchos soldados de la retaguardia del frente de Aragón si que estaban por las casas. Pegando a la nuestra, en el Cofrete igual había 30 o 40 soldados y alguno de ellos debió dejar olvidado un fulminante de bomba en la calle en la que jugábamos, en la plaza de San Juan. Era la hora de comer, las madres llamaron a los demás niños y yo me quedé solo. Vi aquello. Yo no sabía que era eso. Era una cosa bonita, llamativa para un niño, con la punta colorada. La cogí y me explotó en la mano», recuerda.
Con el paso de los años comenzó a trabajar la tierra por su cuenta, en los campos que pudieron adquirir en el término de Mosquera y que se convirtieron en su sustento. Se casó con Mari Cruz Murillo, con quien tuvo dos hijos, Carmelo y Jesús, y con la que estuvo casado durante 36 años. Después la vida los llevó por caminos separados. Hace apenas unos meses enviudó de quien durante 28 años fue su pareja, Luisa. Al homenaje también acudirán sus nietos, Alicia, Ana, Andrea y Laura; y Alba, Paula y Juan Antonio.
En su huerta ha vuelto a encontrar la válvula de escape y el entretenimiento que compensa la dureza de los últimos meses. «Si la Puerta de la Mejana hubiera que abrirla, la abriría yo cada mañana. A las cinco menos cuarto estoy con los focos del coche alumbrando y con la azada en la manos para trabajar antes de que llegue el calor».
Su elección como hortelano, asegura, ha sido una agradable sorpresa. «Hay mucha gente como yo. Es una suerte que me haya tocado, aunque es cierto que cada vez somos menos. Ahora con el campo ya no te puedes ganar la vida, a no ser que seas uno de esos agricultores que tiene muchas extensiones. La Mejana es una pena verla».