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Teresa Jiménez Segura (02/10/1943), cirbonera, vecina del Barrio de Lourdes, y tudelana de adopción y corazón desde hace 60 años, ha sido la persona elegida por la Peña Moskera para ser homenajeada como Abuela de Tudela el próximo 27 de julio, en el popular homenaje que se celebra durante las fiestas de Tudela.
Casada con Ángel Garrido, de quien enviudó hace 9 años, es madre de dos hijas, Ana, que reside en Zaragoza y Maite, la popular lotera de la administración del centro comercial Puente de la Ribera. Tiene dos nietas Samantha y Sandra, y un nieto, Ángel.
Si le preguntan por su profesión, la abuela se define ante todo como madre y ama de casa. También ha trabajado, recuerda, regentando junto a su marido durante 21 años el establecimiento de Modas Garrido en el actual Camino de Tronzaires, antes Lacarra Munilla, junto al Bar Ruvy. «Mi marido fue una persona muy querida en el Barrio. En las dos tiendas que ha trabajado, primero en confecciones La Paz en la Avenida de Zaragoza, donde trabajo muchos años, y en Confecciones Garrido, un negocio que montó porque al cerrar La Paz los viajantes le aconsejaron que lo hiciera y le ayudaron».
Teresa es una abuela discreta a la que su personalidad y oficio le han dado esa notoriedad social que la convierte en una persona conocida y querida, especialmente en el Barrio de Lourdes de Tudela, un vecindario en el que siempre, asegura, se ha sentido acogida, una más, y que no cambiaría por nada del mundo. «Ha cambiado mucho, pero siempre a mejor». «Mi madre no es una mujer mediática, pero sí es muy querida. Ha estado siempre en el trabajo y con la familia, pero en el Barrio la conoce todo el mundo», explica Mayte, su hija pequeña.
El presidente de la Peña Moskera, José Antonio Martínez Cascán, reconoce que uno de los propósitos de este homenaje es reivindicar la figura de todas estas mujeres que están en la sombra, «personas que en la mayoría de las ocasiones han renunciado a ellas mismas para anteponer en primer lugar a sus hijos, hijas y maridos en el orden del prioridades».
Las fiestas, recuerda la Abuela de Tudela, le gusta disfrutarlas. De joven, siempre con sus hijas. Su marido era taquillero de la conocida discoteca Cocorico así que durante el día le tocaba ejercer de madre a tiempo completo, llevando a sus hijas a las ferias, al encierro, a los fuegos o a charlotadas como el bombero torero. «A mi marido le tocaba estar de noche en Cocorico así que no las podíamos disfrutar más que un rato por las tardes». También le ha gustado disfrutar de la procesión de Santa Ana, a la que ha querido desde que llegó a la capital ribera y a la que baja a ver siempre que puede y a la que defiende como cualquier tudelana de toda la vida. «A Santa Ana que no me la toquen».
Desde hace unos años, las fiestas se han convertido en un pequeño paréntesis de su vida en Tudela, disfrutando de unas merecidas vacaciones en la playa, en Torrevieja. Este año, asegura, hará un paréntesis en este descanso para venir a disfrutar del homenaje que le brinda la peña Moskera. «Cuando me lo propusieron me lo tuve que pensar. Me daba vergüenza. Luego hablé con otras abuelas homenajeadas que me dijeron que es un acto muy bonito, una día fabuloso e inolvidable. Me ha hecho mucha ilusión y ya han empezado a felicitarme».
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