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Mula, critica cinematográfica de Carlos Muñoz

La vida frente al espejo

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Clint Eastwood que parecía haberse despedido como actor en su extraordinario Gran Torino, vuelve a sus 88 años a ponerse delante y detrás de las cámaras, realizando su film número 37. El director narra la vida de un anciano octogenario que decide salir de la ruina económica, trasportando droga para un Cartel mexicano. El film se inspira en la vida de Leo Sharp, anciano que se puso a las órdenes del Chapo Guzmán y el cartel de Sinaloa. En el film intervienen: Bradley Cooper, Michael Peña, Laurence Fisburne y su hija Alissa Eastwood.

Earl Stone (Clint Eastwood) es un anciano octogenario, veterano de Guerra, el cual pasa su vida cultivando flores que luego vende en convenciones. Vive solo, ni trata con su mujer Mary (Dianne Wiest) ni con su hija Iris (Alison Eastwood), a las cuales prácticamente abandonó, por vivir exclusivamente para su trabajo. La única con quien mantiene relación es su nieta Ginny (Taissa Farmiga).

A Earl acuciado por las deudas, le ofrecen trabajar como mula para transportar droga del Cartel de Sinaloa, dirigido por Latón (Andy García) en México. A partir de ese momento, mueve grandes cantidades de droga entre Estados Unidos y México, sin ser detectado. Sin embargo, la DEA, con los detectives Colin Bates (Bradley Cooper) y Trevino (Michael Peña), a las órdenes del Agente Especial (Laurence Fisburne) empiezan a indagar los corredores de la droga…

El director de (Sully, El francotirador) conjuga el drama con algunos toques de thriller, evocando por momentos al personaje de Kowalsky en Gran Torino, un viejo que no conecta con su familia, ni con los jóvenes, que se ríe de aquel que no es americano, y coquetea con las mujeres. Una vez más el remordimiento ante la falta de dedicación a su familia, la soledad provocada, y el deseo de redención (aconsejando al agente de la DEA, o el epilogo con su familia), vuelven a aparecer en su nuevo film. El relato sugiere más de lo que desarrolla en pantalla, y la investigación policial es muy flojita narrativamente, dejándonos insatisfechos, al esperar más de este último director clásico. Ahora, entre líneas apreciamos que es Clint Eastwood frente al espejo, una vida entregada a lo que ama: el arte de dirigir, como ese viejo Earl entregado al cultivo de sus flores, pero descuidando a los que están a su alrededor.

Eastwood se deja llevar en su personaje, y del elenco de actores que desfilan a su lado, destaca Bradley Cooper al que se atisba como un posible sucesor a nivel cinematográfico.
Un nuevo film del director californiano, que sin ser una de sus mejores obras, atrapa emocionalmente, precisamente por insinuar elementos autobiográficos de un hombre entregado a su pasión: el cine.