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El gran baño, por Carlos Muñoz

Ahogando las frustraciones

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[ihc-hide-content ihc_mb_type=»show» ihc_mb_who=»4,5,6,7,8,9″ ihc_mb_template=»2″ ]Rara es la semana en la que en la cartelera no hay una comedia francesa. En esta ocasión, el reconocido actor Gilles Lelouche se pasa a la dirección, después de colaborar en Narco y Los infieles, para retratar los problemas socioeconómicos de un grupo de cuarentones, que ven en la piscina y en los amigos, el flotador para seguir sobreviviendo al paro y a la soledad. El film es protagonizado por: Guillame Canet, Mathew Almaric y Leila Bekhti.

La historia narra la vida de un grupo de cuarentones, cuyas vidas han sido zarandeadas por el paro, el fracaso. Bertrand (Mathew Amalric) es un parado que para huir de la depresión se apunta al equipo de natación sincronizada de su localidad. Allí coincidirá con otros hombres cuyas vidas anodinas les han sumido en una crisis de identidad. En la piscina Bertrand va a conocer a: Laurent (Guillame Canet), Marcus (Benoit Poelvoorde), Simon (Jean Hughes Anglade),Thierry (Philippe Katerine), Basile ((Alban Ivanov) y Avanish (Thamilchjelvan Balasingham).

Este grupo está decidido a mostrar a sus familias que todavía son útiles, y tienen su orgullo, para ello se apuntan al campeonato mundial de natación sincronizada. Para ello, contarán con la ayuda de una ex campeona Delphine (Virginie Efira), también fracasada. Delphine será ayudada por una sargento de hierro, Amanda (Leila Bekhti). El entrenamiento les obligará a luchar por el campeonato, y sobre todo a recuperar la autoestima…

El film huye del chiste fácil, del típico gag que últimamente abundan en recientes comedias hispanas, y que acaban saturando al espectador. El director Lellouche mezcla a partes desiguales, la comedia y el drama de una serie de hombres cuyas vidas familiares, laborales, no acaban de funcionar. La pena del film es que no es más que un collage de perdedores que intentan sobrevivir, evocándonos a los simpáticos ingleses de Full Monthy, de Peter Cattaaneo. Los clichés, y sobre todo en el último tercio del film el protagonismo gritón de la entrenadora Amanda, acaban por lastrar una narración que prometía al inicio. Gracias al excelente trabajo de sus intérpretes, el film no acaba diluido como un azucarillo.

Del grupo de protagonistas, destacan tres por encima del resto son: Guillame Canet, Mathieu Almaric y Jean Hughes Anglade que borda su personaje. Los personajes femeninos están en un segundo plano, y si Leila Bekhti, gritara menos empatizariamos más con ella, y no que acabamos deseando que la tiren al agua.
Un film de un grupo de cuarentones, que a pesar de sus frustraciones y ser despreciados por el resto de la sociedad, logra agarrarse al flotador de la solidaridad y el esfuerzo colectivo.[/ihc-hide-content]