He leído con atención el artículo de DN de 30 de diciembre de 2018, .p. 28, titulado “Fomento licita el estudio para eliminar el bucle ferroviario de Pamplona”. En él se cita el trayecto actual, y el posible del ferrocarril por Pamplona, debiéndose desarrollar el trazado del TAV calificándolo como “estratégico”. y que el “nuevo trazado ferroviario eliminará los inconvenientes… que dificultan el crecimiento urbano e industrial de la zona”.
Sucede algo similar en Tudela, donde el ferrocarril se inauguró en 1861, pero que en los últimos años el trayecto ferroviario ya no está próximo a las industrias de la ciudad, pero sí que separa a Tudela del río Ebro. Algo similar sucedía en Sevilla, antes de la inauguración del TAV y de su nueva estación, Santa Justa (en el diseño de su hall principal trabajó, entre otros, el arquitecto tudelano Moneo), pues en esta ciudad existía un muro de varios kilómetros, siendo el ferrocarril el culpable indirecto de esa separación entre los sevillanos y el río Guadalquivir.
El ferrocarril en Tudela forma parte también de un muro que discurre, entre otros lugares urbanos: junto a varias calles del Casco Viejo , el paseo de Pamplona, el nuevo barrio de la Azucarera e incluso al lado del teatro Gaztambide. Por esas vías cruzan los trenes tanto de pasajeros como de mercancías de todo tipo (éstas, además, frecuentemente a gran velocidad), pero ambos tipo de trenes a solo escasos metros de dos grandes entidades deportivas de la ciudad, próximas al río Ebro, y de edificios habitados por tudelanos, con lo cual es un riesgo elevado en caso de algún accidente, pues incidiría directamente en la población de Tudela por su proximidad cultural y urbana. Por ello, esperemos que en la próxima legislatura, quizá con ocasión del TAV y su muy posible cambio de trazado o bucle externo de la ciudad, mejore la utilidad industrial del ferrocarril, pero, sobre todo, la seguridad urbana del tren en Tudela.
Francisco Javier González Echeverría. Pediatra.