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Ciclismo: El barro de Muniain de la Solana convierte la carrera en un infierno

Tito Espada y José Luis Lukas Rioja
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[ihc-hide-content ihc_mb_type=»show» ihc_mb_who=»4,5,6,7,8,9″ ihc_mb_template=»2″ ]Carrera pasada por agua y barro arcilloso en Muniain de La Solana, donde mantenerse encima de la bici ha sido toda una odisea. El trazado se ha convertido en una trampa mortal, donde las numerosas caídas, abandonos por roturas y caras de sufrimiento, han sido el denominador común. Por parte de Tito Espada, la estrategia ha sido ir seguro, cuidando en lo posible la mecánica, puntuar y seguir líder de mi categoría:

«El trazado empezaba a ponerse complicado, pero en el primer giro aguantó para hacerlo todo montado. Al comenzar la segunda vuelta, las pelotas de barro aparecían en las sendas, debido al paso de los bikers. El agua no paraba de caer y cada vez se hacía más difícil pilotar de forma segura.

Las transmisiones empezaban a sonar, avisando de que había que tratarlas con un cuidado exquisito. A diferencia de otros corredores que salieron con cubiertas de seco, mi ORBEA aguantaba muy bien, incluso no perdiendo tracción en las embarradas ascensiones. Pero todo cambió en el tercero de los 4 giros de carrera, pasando lo peor que podía pasar: dejó de llover. Era un suicidio hacer las bajadas montado e imposible subir las duras rampas. Así que tocaba patear. Me puse en segunda posición al ser adelantado por un rival que bajaba mas rápido que yo, para mí, arriesgando demasiado. A diferencia de ponerme nervioso le dejé ir. Mi intención era acabar la carrera, sumar puntos y mantener el liderato. La cadena empezaba a salirse del plato, obligándome a parar numerosas veces. Las pelotas de barro hacía que la cadena no aguantara en contacto con los dientes del plato, escupiéndola. Fue la nota predominante hasta el final de la carrera. Llegaba la última vuelta. El denominador común eran corredores parados en las cunetas quitando el barro de las cadenas, caídos por accidentes, abandonos por averías, etc… o sea; lo que se dice recogiendo cadáveres. Por mi cabeza sólo pasaba no arriesgar en las bajadas e intentar no romper. Pero era difícil hasta hacerlas andando. Tuve varias caídas y logré colocarme primero otra vez. La última vuelta la hice casi toda andando (corriendo) y empujando la bici, como casi todos, porque era imposible mantener la cadena en su sitio. Al final entrábamos en meta después de 1h 52 m en primera posición, afianzando un poquito más ese maillot rojo».[/ihc-hide-content]