Ana Carmen Pellicer, hija de la homenajeada, Ana Carmen Arano, hermana de la "Abuela", la protagonista, María Carmen Arano, junto a Sergio Arriazu "Chicho" y Andrés Blanco, miembros de la Junta de la Peña Moskera
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María Carmen Arano Rada será la protagonista del reconocimiento más veterano de las fiestas de Tudela, el Homenaje a la Abuela de Tudela que organiza la peña Moskera el mediodía del 27 de julio. El homenaje de la peña, revela, le ha dado mucha alegría. «Me ha hecho mucha ilusión y cuando me lo confirmó mi hija todavía más. Poder ser la abuela es para mí una alegría y una satisfacción», comenta.



María Carmen nació el 19 de enero de 1932 en la antigua fábrica Harinera de la Plaza de la Estación. «Allí trabajaba mi padre y vivíamos allí mismo, ya que teníamos un piso», recuerda. De allí se trasladó a vivir al Casco Viejo, a la calle Rúa, donde vivió 8 años antes de instalarse definitivamente en la actual calle Monte San Julián del Barrio de Lourdes. «Mi hija tenía entonces 14 meses y recuerdo que nos encontramos mucho barro. Cuando me tocaba ir al dentista tenía que limpiarme los pies en la puerta antes de entrar porque las calles estaban todavía sin asfaltar», relata.

Casada con Santiago Pellicer, tuvo dos hijos, Ana Mari y José Mari. Además tiene tres nietos, Arkaitz y Beñat y David y un bisnieto, Mario.

En el Barrio ha mantenido y mantiene una intensa actividad social que la han convertido en una vecina bastante conocida. Animada por su hija un día de hace 32 años se acercó al Centro de Mujeres. «Empecé a ir  y ahí sigo. Había un ambiente muy bueno. Ahora van menos mujeres y va bajando pero ha habido mucha actividad… cursos, talleres». Allí aprendía y enseñaba «y todavía sigo», resalta, «enseñando a hacer chaqueticas de punto para bebé a todas las mujeres que se acercan». También participa de manera activa en el Club de Jubilados La Ribera y ha estado vinculada a los festejos de San Juan. Hace unos 25 años donó el Rosco de San Juan y desde entonces invita a desayunar a los auroros durante la mañana de la aurora de San Juan. Además, junto a su hermana Ana Carmen, se ha encargado durante muchos años del vestuario de los danzantes del Paloteado.



La alegría marca sus recuerdos festivos de juventud . «Uyyy, eran otros tiempos y como vivíamos tan lejos pasábamos mucho miedo para ir a casa. Así que si veías a alguno con confianza le pedías que te acompañara a casa. Como era joven me gustaba todo… los encierros, los toros. Y todavía me siguen gustando». Ahora, comenta, «bajo a tomar vermú, ver la procesión de Santa Ana, participar en la ofrenda de flores. Voy a lo que puedo pero por la mañana, porque luego hace ya mucho calor para subir hasta allá arriba».

Su vida laboral la dedicó a coser. «Desde los 14 a los 23 años estuve yendo a un taller de sastrería. Luego seguí en casa haciendo pantalones, mangas de americanas, chalecos… Más que sastre fui pantalonera y así me llamaban en el Barrio porque creo que hice pantalones para todas las chicas que trabajaban en Piher y Sanyo cuando empezaron a ponerse de moda los pantalones para las mujeres».