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Fernando Romay pasó por Tudela para compartir una jornada con los y las escolares de la ciudad. Sus 2 metros 13 centímetros se dejaron notar por las aulas del colegio de Jesuitas y por la cancha de la S.D.R. Arenas, donde compartió charlas llenas de consejos y experiencia sobre el deporte y el baloncesto, bromeó e ironizo con los y las adolescentes y, sobre todo, destacó por el buen humor y buen rollo que transmite el deportista, eterno pivot del baloncesto español desde que lograra la medalla de plata con España en las olimpiadas de Los Ángeles de 1984.
En el salón de actos de Jesuitas compartió con los padres y madres del colegio una charla sobre los valores del deporte, especialmente del baloncesto, y alertó de los riesgos que tienen los progenitores de «pifiarla» si interfieren en el buen rollo que tienen los hijos e hijas con el deporte. Romay llamó la atención sobre la importancia que tiene el deporte para nuestros hijos e hijas. «Les marcamos dónde van a estudiar, quienes pueden ser sus amigos, la forma en la que visten y, de repente, llegan un día a casa y nos cuentan que se han apuntado a baloncesto en una decisión propia».
El popular deportista resaltó este hecho y aconsejó sobre todo respetarla. «La ficha deportiva es, probablemente, el primer documento que firman nuestros hijos e hijas por consentimiento propio y voluntario. Es a partir de ahí cuando nuestros chavales empiezan a tomar decisiones propias que ellos necesitan que se vean reafirmadas como buenas y que como padres debemos respetar».
No quitarles el deporte y no poner más pasión que ellos
Romay defendió que omisión de la práctica deportiva no debe de ser uno de los castigos si llegan malas notas. «Cuando a los 2 ó 3 años bajan las notas muchos padres y madres les dicen que dejen el deporte en algo que considero un error porque el chaval puede decir que no se respeta lo que él ha elegido. Son las cosas las que no han elegido, la Play, el móvil, lo que les podemos quitar. El deporte no, por favor, porque forma parte de su elección y les va a permitir relacionarse con un mundo sano y saludable desde el punto de vista físico y mental».
También recomendó a los padres y madres entusiastas que contengan sus ganas a la hora de ver y animar a sus hijos e hijas en la práctica deportiva. «No podemos poner más pasión de la que ellos ponen por mucho que nos gustaría estar en su pellejo, ¡a nosotros ya se nos pasó el arroz!», comentó Romay.
En este sentido hizo referencia a los padres hipermotivados, «los que hacen fotos y seguimiento de sus hijos en el partido como un reportero, los que dan instrucciones desde la banda como un entrenador y los que discuten las decisiones del árbitro porque hacen de cuatro árbitro. Cuando acaba un partido y, además han perdido, nuestros hijos buscan a un padre, no al reportero, al entrenador o al árbitro. No debemos actuar de otra manera que no sea de padres para no desvirtuar todos esos valores y enseñanza que tiene el deporte para nuestros hijos».
«El éxito está sobrevalorado, lo importante es el camino que hemos recorrido para alcanzarlo»
Romay pidió a los padres y madres que no sufran por la derrota mucho más que sus hijos. «A veces nos preocupamos demasiado y no es tanto lo que ellos están pasando. Perder no es malo, siempre que nos sirva para mejorar» y puso como ejemplo a Pau Gasol, el pivot con menos minutos de la selección en el mundial junior de Lisboa de 1999. «Lejos de venirse abajo fue algo que lo espoleó para convertirse en un mejor jugador», resaltó.
Preguntado sobre lo efímero del éxito, bromeó asegurando no es nada pasajero, «aquí estoy yo viviendo los últimos cuarenta años de la medalla de plata de Los Ángeles». Bromas a parte, lo que sí afirmó del éxito es que está sobrevalorado «porque lo importante es siempre el camino que hemos recorrido para alcanzarlo».
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