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El cineasta donostiarra Javier Aguirre ha sido el protagonista de la sección Ópera prima con la que el festival de cine de Tudela rinde homenaje a personajes de relevancia del cine español. Caso único de la historia de nuestro cine por su filmografía y manera de ver el cine, Aguirre estuvo acompañado en la XVIII edición del festival Opera Prima por su esposa, la actriz Esperanza Roy, y la actriz Victoria Vera.
Con 29 años rodó su primer largometraje, «España insólita», un documental que se proyectó en la sala del cine Moncayo y que, reconoció Aguirre, realizó siendo consciente del valor documental de las imágenes que estaba captando. «A pesar de que hay imágenes muy usuales, como los sanfermines, hay otras en las que era consciente que era la primera vez que salían en el cine y que me hacían saber que era un documento que iba a servir para la posteridad como el caso de los txuntxurros de la ribera del Bidasoa y otras costumbres de verdad insólitas que más bien eran desacostumbradas».
Nadie como él en la historia del cine español reúne tres capacidades, conectar con el gran público con películas muy populares como «Los chicos con las chicas» o las dedicadas al grupo Parchís, la capacidad de hacer cine de calidad con «La Monja Alférez», y su pasión e interés por investigar el lenguaje cinematográfico en una serie de películas que bautizó como anticine y que han pasado a la historia de la vanguardia, recordó el director del festival Luis Alegre, «una capacidad de estar en tres caminos que ha transitado con fortuna y que lo convierten en un ser y figura singular. Un genio sonado, animador del cine español más atrevido e inquietante», recordó.
Aguirre reconoció su propósito de experimentar con el lenguaje audiovisual desde sus comienzos en el mundo del cortometraje «Mi primer cortó se tituló «Tiempo 2″, y ya fue experimental. Por una parte iba la imagen y por otra parte el sonido, que decía lo contrario a la imagen, era un experimento clarísimo y una manera de individualizarme de una manera un poco evidente», recordó.
Más adelante llegaron nuevas iniciativas que lo marcaron como realizador vanguardista algo, que, señaló, «me costó críticas pero también me hizo estar por delante. Siempre he admirado a los artistas, que siempre han estado más avanzado que el cine, con excepción de ese genio que fue Buñuel. Por eso mis ídolos son los artistas».
A Aguirre se le debe el término anticine, aunque, explicó, que no se consideraba inventor de nada. «Dalí en el año 20 ya hablada de antiarte. Simplemente apliqué algunas de las cosas que se habían hecho en el arte al cine. También lo llamé anticine porque iba a haber muchos críticos que iban a decir que lo que hacía no era cine y traté de adelantarme a ellos. Siempre me he tomado todo con bastante sentido del humor y espero seguir haciéndolo».
Junto a este cine experimental llama la atención en la filmografía de Aguirre películas muy populares como las que rodó con el grupo Parchís y que no tienen nada que ver con la faceta vanguardista del realizador donostiarra. «Divido el cine hecho porque quería hacerlo y el que he hecho porque me gustaba hacerlo, pero con otra visión distinta», algo explicó de lo que queda constancia en sus películas firmadas de distinto modo con un «una película de» y «dirigida por».
Respecto al cine actual, Aguirre confesó tener una visión muy buena del cine español desde un punto de visa industrial. «Es un cine en el que algunos autores han llegado a hacer películas con un enorme poderío industrial que no tiene nada que envidiar al cine americano, cosa nada fácil y hay unos cuantos maestros que se les puede comparar con el mejor cine comercial americano y tienen un mérito tremendo. Además hay algunos que, no es que sigan mi línea, que es casi imposible seguir, pero que están haciendo un cine de vanguardia por definirlo de una forma rápida».
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