El pasado 12 de septiembre tuve la oportunidad de asistir al acto de apertura oficial del curso académico 2017-18, que se celebró en las instalaciones del Instituto Marqués de Villena de Marcilla y que comenzó con un saludo en euskera y castellano, en un centro con numerosos grupos bilingües español-inglés.
Mi saludo, como ex-alumno, padre de futuras alumnas y Alcalde de Marcilla fue: «Bueno, como no sé euskera: good morning. Buenos días a todos». Lo hice en bilingüe inglés-español. Es lo que sé, lo que me salió en aquel momento de improvisación, y lo que deseo que aprendan los alumnos del centro educativo de secundaria y bachillerato que desde hace 50 años se entronca en mi pueblo.
Junto a mí, y con otras autoridades, se encontraba la presidenta de la Comunidad Foral de Navarra, Uxue Barkos. Creo que no le hizo gracia. Ella también improvisó, y me dijo que era más fácil decir «egun on» que «good morning». A ella le debe resultar más familiar, mientras envía a su hijo a estudiar a Irlanda. Supongo que por teléfono o mail, nuestra Presidenta también le recordará cada día a su descendiente que salude en Dublín o donde quiera que se encuentre con un educado «egun on», en lugar del lugareño «good morning».
Lo cierto es que para mí fue un honor y un placer estar en ese acto de apertura del curso escolar aprovechando además el 50 aniversario del centro. Como alcalde, por supuesto, por la importancia que tiene para Marcilla esta institución, a la que apoyamos y ayudamos en la medida de nuestras humildes posibilidades. Buena muestra es que acabamos de subvencionar una obra al Departamento de Educación.
Que el centro educativo de secundaria y bachillerato de Marcilla se denomine Marqués de Villena no es una casualidad. Juan Manuel Fernández Pacheco nació en Marcilla en 1650, octavo marqués, tuvo múltiples títulos y cargos, pero siempre quedará unido a la lengua española y a la cultura como fundador de la Real Academia de la Lengua, además de propulsor de la primera edición del diccionario de la RAE.
El Marqués de Villena era también miembro del movimiento de los novatores, grupo minoritario de pensadores y científicos españoles de finales del siglo XVII y comienzos del XVIII; el periodo que en la historia intelectual de Europa corresponde a la crisis de la conciencia europea que coincide con la revolución científica y precede a la Ilustración, y que en España también se denomina como pre-ilustración española.
Los novatores estaban empeñados, en aquel momento de decadencia social, en que los españoles cobraran conciencia de su propia historia y del patrimonio de su cultura, y en que España se abriera al diálogo con Europa. Pero eran, además, humanistas y como tales sabían que el Renacimiento había comenzado por colocar la lengua, la gramática en concreto, como base de toda formación y de todo progreso cívico.
Esto último me parece importante, por los momentos que en España estamos viviendo. Quizá tengamos que volver a tomar conciencia de nuestra verdadera historia y de nuestra cultura, donde nuestra lengua (el castellano o español) es parte importante y fundamental para el progreso de nuestra tierra.
Para eso necesitamos que centros como el de Marcilla sigan formando a personas como Juan Manuel Fernández Pacheco o como a otro ilustre de Marcilla, el padre Pedro Fabo, fundador de la Academia Panameña de la Lengua.
Como se puede ver, Marcilla y por lo tanto Navarra, está muy ligada a la lengua castellana. Sigamos pues fomentándola en centros como el Instituto de Marcilla, para que el día de mañana sepamos quiénes somos y de dónde venimos.