Inicio Opinión Manolita Chen y la libertad en Navarra, por José María Cambra, periodista

Manolita Chen y la libertad en Navarra, por José María Cambra, periodista

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Ha muerto Manolita Chen, una de las musas de la revista en los años de la dictadura. Un periodo oscuro en el que un personaje como éste, al que en el sector del teatro-revista la conocían como «la generala», consiguió imprimir aires de ruptura y libertad a sus espectáculos eludiendo la censura y a los censores. La exuberancia de sus vedettes contribuyó mucho en esto último.
Me viene a la cabeza esta historia de búsqueda de la libertad en un periodo de dictadura, y me cuestiono si hoy sería posible un espectáculo así, cuando determinadas fuerzas políticas nos están imponiendo sus «modos» censores bajo el epígrafe de lo políticamente correcto. Y a renglón seguido me pregunto qué haría hoy Manolita Chen y su teatro chino. Ella, que ante el inspector de espectáculos que pedía que ampliara la largura de las faldas, las acortaba y subía rompiendo el principio de gravedad. Ella que ante la solicitud de tapado completo de los pechos, los descubría, ejerciendo de generala del denominado show celtibérico.
Me interrogo sobre qué haría Manolita ante la obligatoriedad de que la cartelería de su espectáculo se mostrara en euskera en todo el territorio foral. O ante la exigencia de que sus niños no pudieran elegir colegio, o que tuvieran menos oportunidades de acudir a un puesto público por no hablar más que castellano.
Quisiera saber qué pensaría Manolita ante el precepto de aprender que Uxue es paloma. Y ante los problemas para cantar cuplé con guiños en inglés, mientras favorecen a quienes hacen guiños al euskera.
Manolita Chen, la reina del Cabaret de los Pobres, hizo dinero en unos años de extrema pobreza. Hoy, además del IVA cultural, tendría que pagar en Navarra el impuesto de sociedades y de patrimonio más alto de España, lo que la convertiría en la Reina Pobre del Cabaret de los Pobres.
De una cosa estoy segura. Manolita hoy no podría exhibirse en algunos lugares de Navarra y cantar sus letras picaronas, donde el concepto de España y la sensualidad eran un todo. Es más, se sorprendería al comprobar que su gobierno, el de Navarra, justificaría la censura y presiones a su propuesta lúdica. Y sufriría al percibir que en nuestra comunidad la paloma no es un símbolo de libertad, sino de imposición.