Cuando ponemos en Google la palabra Fukushima y a continuación buscamos en imágenes, nos sorprenderá ver que aparece todo el Océano Pacífico con diferentes colores: Muy intensos en la zona cercana a Japón y menos intensos a medida que vamos bajando hacia las costas de América del sur.
Ésta observación que a primera vista parece inofensiva lleva un mensaje contundente y es que la central nuclear de Fukushima ha sido capaz de contaminar todo el océano Pacífico con un simple accidente. Evidentemente las costas de Ecuador, Perú o Chile no tienen tanta contaminación porque sus índices de radiación son bajos; yo porsiacaso no me bañaría y menos en estado de gestación.
Si Fukushima ha sido capaz de contaminar el océano más grande del mundo no me quiero ni imaginar que le pasaría a nuestro querido Río Ebro con un accidente de La Central Nuclear de Garoña que son, en su construcción, son primas hermanas.
Hace poquitos días se produjo un incendio en la central nuclear de Flamanville (Francia), Las centrales españolas no se quedan atrás en pequeños accidentes y sustos para sus poblaciones más cercanas y Garoña una de las que más.
Santa María de Garoña situada a orillas del río Ebro en la provincia de Burgos, ha tenido problemas de seguridad, fisuras en su vasija de refrigeración, barios sustos para su población más cercana y desde luego poquísima transparencia en su gestión. Ahora y después de 40 años se quiere prolongar su vida 20 años más.
Sabemos que España tiene una capacidad de producción tres veces más de la que podemos consumir de hecho, la última subida de la tarifa eléctrica se produjo porque exportamos energía a Francia.
La mayoría de los países europeos, están apostando por energías limpias alternativas y en España ponemos el impuesto más ridículo que está siendo el hazmerreir del mundo mundial “El impuesto al Sol” y para colmo reabrir Garoña.
Es necesario poner un poco de cordura en este tema, ya sabemos que las puertas giratorias, los lobbies y los intereses de muchas empresas energéticas tienen mucho peso pero esto, no debe repercutir en que un bien de primera necesidad como es la energía eléctrica tenga que estar supeditada a lucrarse a costa del calentamiento global o tener a la población sin calefacción porque no puede soportar sus facturas.
Garoña ni hace falta ni es necesaria, existen otras alternativas menos dañinas para el medio ambiente. Lo ideal sería que con una transición energética justa y equilibrada, se eliminaran todas las centrales nucleares.
Cuando pongamos Garoña en el Google, no queremos tener nuestro querido Río Ebro lleno de colorines, nos gustaría incluso tenerlo más limpio que siga regando las huertas de nuestro valle y que podamos beber sus aguas sin necesidad de depender de otros canales con agua menos contaminada.