El título puede tener distintos significados, uno poético, otro estético, otro meteorológico y también uno de ensueño. Eso de estar en “las nubes” equivale a no estar donde se tiene que estar. Pero lo que es la modernidad, si a la palabra le quitemos la “s” final entonces queda reducida a “la nube”, que ya no tiene muchos significados sino uno solo: el de referirse a un centro voluminoso, situado no se sabe donde, en el que se registran continuamente y de manera instantánea millones y millones de conversaciones habladas y de mensajes escritos a través del móvil o similares, de tal manera que en él quedan grabados y almacenados el tiempo que necesitemos: ya no podemos negarlos. Y lo asombroso es que los mensajes se graben a la vez, no unos después de otros, sino en el instante en que se producen. Y esto no se refiere solo a mis conversaciones, sino a las de seis mil millones de personas que usan el teléfono.
Es sin duda una nube portentosa con unos caracteres semidivinos, que ha irrumpido con fuerza desde hace pocos años, porque antes era imposible pensar algo así y más aún conseguirlo. Ha hecho falta que algunos seres humanos, basándose en estudios anteriores, hayan seguido investigando a fondo la naturaleza de la luz, de los fotones que la componen y de los átomos. Y después de estudiarlo han tenido que descubrir las leyes por las que se rigen, las consecuencias que de esas leyes se derivan, y seguidamente han tenido que realizar cantidad de experimentos para construir algo parecido a la nube, y tras muchas pruebas fracasadas, encontrar por fin una que fuese la solución. De no haber sido así todavía estaríamos en las nubes y no en la nube.
Es una nube portentosa, con unos caracteres semidivinos, que ha irrumpido con fuerza desde hace pocos años
Ha sido necesario investigar a fondo y superar muchas dificultades a lo largo de la historia, porque el progreso no es fácil ni gratuito, sino que necesita de personas que conozcan las leyes físicas, sus aplicaciones, que tengan sabiduría para inventar soluciones insólitas y habilidad para construirlas. Sin embargo, el universo con sus millones de galaxias, que se expanden generando espacios y tiempos, y cada una con sus millones de estrellas, un ámbito infinitamente más difícil que la citada nube, hay gente que se empeña en decir que ese universo se ha hecho así por casualidad. ¡Qué cosas!