La Muestra de Cine Español de Tudela ha acogido la presentación de Soy Nevenka, una película que narra la historia de Nevenka Fernández, la primera mujer en España que logró una condena judicial contra un político por acoso sexual. Sus actores protagonistas, Mireia Oriol y Urko Olazabal, compartieron con el público de la Muestra sus sensaciones tras meterse en la piel de los personajes protagonistas y reivindicaron a Nevenka por su valentía a la hora de sacar a la luz los hechos que ha llevado a la gran pantalla Icíar Bollaín.
Un rodaje emocionalmente desafiante
Mireia Oriol ha sido encargada de dar vida al personaje de Nevenka y contagiar al espectador de la tormenta de sentimientos y sensaciones que rodearon a la joven durante su etapa en el ayuntamiento de Ponferrada. Describió el rodaje como una experiencia intensa y ha reconoció que la marcó tanto profesional como personalmente. «Ahora hace un año que estábamos rodando y han sido unos meses vertiginosos, lleno de emociones», confesó la actriz que reconoció que este papel ha supuesto un punto de inflexión en su carrera: «Ha sido el trabajo más importante de mi trayectoria hasta ahora».
Oriol relató cómo las primeras semanas fueron especialmente difíciles debido a la carga emocional de algunas escenas. «He tenido que gestionar la angustia que me quedaba después de ciertas secuencias». No obstante, destacó el apoyo del equipo técnico y artístico, lo que le permitió conectar de manera profunda con su personaje y comprender mejor la realidad que enfrentan las víctimas de acoso.
Encuentro con Nevenka
Mireia Oriol compartió con el público que una de las experiencias más bonitas de este proyecto fue su encuentro con Nevenka Fernández. «Para mí era muy importante conocer a Nevenka», explicó la actriz. «Aunque han pasado 20 años y es una persona completamente diferente, necesitaba entender cómo logró transformar el dolor y el infierno que vivió en algo positivo para la sociedad».
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La actriz viajó a Dublín, donde reside actualmente Nevenka. «Fue una experiencia que nunca olvidaré. Reconocío que quedó impresionada por la fortaleza y claridad de Nevenka. «Hay personas que tienen una comprensión de la vida superior; quizás el trauma te lleva a buscar respuestas que otros no necesitan».
También contó como Nevenka, que colaboró puntualmente con el equipo de rodaje, expresó su satisfacción con el resultado del filme. Mireia recordó especialmente la llamada del padre de Nevenka, emocionado tras ver la película: «Para ellos ha sido una forma de restaurar y sanar ciertas heridas».
El reto de interpretar al acosador
Por su parte, Urko Olazábal, que interpreta a Ismael Álvarez, el primer político condenado en España por acoso sexual, reconoció que aceptar este papel fue un reto complejo. «Recibir un guion así te enfrenta a tus propios miedos», reconoció el actor.
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Olazábal reflexionó sobre cómo este trabajo le ha hecho cuestionarse comportamientos machistas normalizados en la sociedad: «Este personaje es un espejo en el que todos, como hombres, podemos vernos reflejados en pequeños gestos cotidianos».
El actor también subrayó el aprendizaje que le dejó la película, especialmente al comprender la manipulación psicológica denominada «luz de gas». «Entender cómo una víctima puede llegar a dudar de su propia percepción es una lección que me ha cambiado la mirada sobre muchas cosas».
Reflexión sobre el presente
El impacto social de la historia de Nevenka sigue siendo relevante dos décadas después. Urko Olazábal mencionó el caso reciente de Elisa Mouliaá para ilustrar cómo, a pesar de los avances en la sensibilización sobre el acoso, persisten los juicios mediáticos que revictimizan a las denunciantes. «Ismael Álvarez está condenado, pero quien tuvo que marcharse fue Nevenka», recordó el actor. «Esto ocurre cuando una sociedad aún no está preparada para comprender el alcance del acoso».
Olazábal comentó que «es fundamental entender esta manipulación psicológica para comprender el comportamiento de las víctimas». Además, puso el foco sobre una de las escenas de la película en la que se producen similitudes sorprendentes 20 años después entre la actitud del fiscal en el caso de Nevenka y la del juez Carretero en el caso de Elisa Mouliaá, una coincidencia que, según sus palabras, debería hacernos reflexionar sobre los prejuicios que aún persisten en el sistema judicial.