Se acabó la fiesta antes de empezar. El albero de la plaza de toros de Tudela, convertido en un lodazal, no ofrecía condiciones para garantizar la seguridad de los jóvenes que se iban a reunir allí el pasado sábado en la Fiesta Light y Fiesta de DJs, organizadas por el Ayuntamiento. ¿Las razón de su cancelación? Climatológicas, obviamente; sólo había que ver llover, un sin parar. Un diluvio como pocos vistos en tan poco tiempo: litros y litros imposibles de desaguar. ¿Alguna explicación adicional por parte del Consistorio? Ninguna, salvo la atmosférica. Era evidente: “tras las fuertes lluvias, el recinto no reunía las condiciones para garantizar la seguridad del evento”, informó la concejala de juventud.
Ante esta situación, en una hipotética imagen apocalíptica de nuestros jóvenes empapados de agua y tiritando ateridos bajo el aguacero inclemente, resbalándose sin solución de continuidad por el barro, descalabrándose enteros por el graderío deslizante o contusionándose de diversas formas contra los burladeros como si fueran vaquillas o novillos recién salidos de los toriles habría que dar hasta las gracias por la sensata decisión del Consistorio. ¿O no? Lo primero es la salud de la ciudadanía —y más si es joven: divino tesoro— y, también, la protección del medio que nos rodea y protege. Porque además de un hueso fracturado, una costalada lumbar o un común resfriado personal que tendría que costear nuestra Sanidad Pública, el estropicio medioambiental que hubiera supuesto cientos de lavadoras a todo trapo para desembarrar las vestimentas juveniles, hubiera sido de las de época: faltarían hasta tendederos para colgar toda la ropa a la vez. Y el sol no se vislumbraba, y las nubes erre que erre obcecadas en su descarga. Nada, mejor suspenderlo todo y a esperar otro año siempre que no llueva.
Entonces, ¿a qué viene todo este alboroto entre la juventud tudelana? Porque se armó la de dios (tronando en las redes sociales igual que la furia del agua torrencial en las calles de nuestra localidad) en el chat de «Juventud Tudela» en relación a la desafortunada propuesta de utilizar el coso tudelano para una cosa bien distinta a las corridas de una vez al año como es una fiesta de DJs aunque en la misma plaza puedan entonarse corrido, ranchera, bachata, reguetón, pop o cualquier otro género musical con el que amenizar el jolgorio bien regado por el liquido no caído únicamente del cielo como si no hubiera un mañana. Sólo hay que leer los comentarios para palpar el sentir de esta parte afectada de la población por el suspenso obtenido con críticas (algunas de ellas maravillosamente razonadas) que transmitían hartazgo sí —natural—, frustración también —lógico—, pero, ¡ah!, sí, esto es lo novedoso y lo destacable en todo este asunto festivo embarrado, cierto desengaño en el fracaso del evento, como si el agua hubiera descubierto, por fin, una realidad hasta ahora desconocida entre la juventud tudelana: «Disfrutemos de lo votado» (literal) se podía leer en los comentarios. Interesante.
La previsión del Instituto Nacional de Meteorología, como es habitual, fue certera. Se anunciaban lluvias intensas para el fin de semana y hubo tales lluvias y en la cantidad anunciada. La previsión del Ayuntamiento de Tudela para disponer de un plan alternativo al emplazamiento inicial, como también es habitual, fue inexistente. O la plaza o nada. Y como la plaza no estaba para nada, pues nada. Blanco y en botella. No sé de qué nos quejamos. Si no se puede no se puede. ¿O sí? Parece que sí, que ha de poderse si de verdad se quiere ser un referente. Una Tudela a la que cada día se le apellida, desde la administración local, como Capital (¿De qué?) carece de un recinto multiusos que sí existe en otros pueblos de la Ribera sin que se erijan representantes riberos y que por cierto, llevamos solicitando y proponiendo hace años sin que se nos escuche. Una Tudela a la que cada día se le publicita, desde la institución municipal, como Capital (¿De qué?) no es capaz de tener un espacio asfaltado y provisto de carpas portátiles en ninguno, sí, en ninguno de los solares ubicados por toda la ciudad, como son capaces de tener en cualquier otro pueblo de la Ribera sin que se autoproclamen embajadores riberos. Un joven escribía que menos capitalidad de palabra y más capitalidad de hechos. Alguien dijo también hace mucho tiempo: «me conoceréis por los hechos»; y los hechos resultaron indubitados: cancelación del evento. ¿Qué se hizo a parte de la suspensión? Anunciar la devolución del dinero de las entradas y pensar en otras fechas, nada más. Probablemente se miraría con el ceño fruncido, arrugado y avinagrado a Pamplona como responsabilizándola del desastre de planificación: ¡si es que hasta nos traen las nubes cargadas de agua a La Ribera! Lo dicho, se acabó la fiesta antes de que ésta empezara.
Ya queda menos para la siguiente. Esperemos que luzca el sol o si llueve escampe a tiempo porque en otro caso volveremos a suspender esta asignatura llamada previsión municipal.
Iván Romo Arbide. Agrupación Municipal PSN Tudela