Este martes, 11 de junio, se celebra el Día Mundial del Cáncer de Próstata, una de las patologías en las que el Servicio de Urología del Hospital Universitario de Navarra (HUN) fue pionera en 2008 con la puesta en marcha de su protocolo de vigilancia activa en los casos de cáncer de próstata de bajo riesgo, de la mano del Dr. Manuel Montesino. Década y media después, los resultados ofrecen unos resultados que el servicio califica de “excelentes”, al mostrar que los pacientes incluidos en el programa tienen a los diez años una supervivencia superior al 99%.
La vigilancia activa es un enfoque de manejo del cáncer de próstata que nace para contrarrestar los efectos negativos del sobrediagnóstico y el sobretratamiento asociado. Consiste en un seguimiento protocolizado basado en la realización periódica de analíticas de sangre para determinar el antígeno prostático específico (PSA), la exploración física mediante el tacto rectal, resonancias magnéticas y biopsias de próstata. Su objetivo es evitar o retrasar en pacientes seleccionados tratamientos innecesarios y sus posibles efectos adversos, además de mantener la calidad de vida sin comprometer la curación del cáncer cuando sea necesaria, evitando así el sobretratamiento y los daños asociados a técnicas terapéuticas más agresivas. Si durante el seguimiento existe una modificación sustancial de las pruebas realizadas se propone tratamiento activo con cirugía o radioterapia.
En relación a esta enfermedad, el Servicio de Urología participa en un protocolo internacional sobre la vigilancia activa en cáncer de próstata, el Proyecto PRIAS, que abarca a más de 11.000 pacientes. Desde el HUN se han incluido en ese programa 450 pacientes.
Protocolo individualizado para la detección precoz
Actualmente, en el cáncer de próstata no se recomienda un cribado sistemático, similar al que se realiza para el cáncer de mama. En Navarra se dispone de un protocolo de actuación específico para la “Detección precoz del Cáncer de Próstata en pacientes asintomáticos”, que se aplica por parte de los profesionales de medicina de familia de los centros de salud. Según ese protocolo, el profesional debe tener en cuenta las condiciones personales del paciente, en función de su edad (no se aconseja a pacientes de menos de 50 años ni de más de 70), de sus factores de riesgo, de su expectativa de vida y de su estado de salud, e informarle de forma individualizada de los posibles beneficios e inconvenientes que en su caso podría conllevar la realización de una prueba de determinación de PSA.
El problema de la realización indiscriminada de analíticas de PSA es que produce lo que se conoce como sobrediagnóstico: la detección de muchos pacientes con cáncer de próstata de bajo riesgo, crecimiento lento y en definitiva poco agresivos. En este sentido, hay que tener en cuenta que los tratamientos pueden tener efectos secundarios y que la mayoría de los cánceres de próstata tienen una evolución lenta, superior a los 10 o 15 años. Dos de cada tres pacientes diagnosticados de este tipo de cáncer se habrían mantenido siempre sin síntomas, nunca habrían sabido que lo tenían y habrían muerto de otras causas. De los que presenten síntomas, más de la mitad fallecerán por otros motivos.
Los datos del Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra (ISPLN) indican que el cáncer de próstata es el más frecuente entre la población masculina de Navarra, sin contar el cáncer de piel no melanoma. Los factores de riesgo reconocidos en la actualidad son la edad, el origen étnico y los antecedentes familiares. En 2023, en la Comunidad Foral, 545 hombres fueron diagnosticados de cáncer de próstata y se produjeron 69 fallecimientos por esta causa. Las tasas de incidencia han disminuido casi un 6% en la última década, y las tasas de mortalidad lo han hecho aún más: un 11% en el quinquenio 2018-2022 respecto a 2013-2017. Los últimos datos de supervivencia en Navarra señalan que cerca de 9 de cada 10 pacientes con cáncer de próstata continúan vivos a los 5 años del diagnóstico.