Al conocer las razones que llevaron al Presidente del Gobierno de España a concederse unos días de reflexión me vino a la cabeza la canción de Bruce Springsteen «Man´s job» de su álbum «Human Touch» de hace, ya, unos años pero plenamente vigente. En este disco, «Toque Humano», uno de los cortes se refiere al «Trabajo de un hombre» que no es otro que el de amar a su pareja, diciendo cosas tan interesantes como que «Bueno cariño, mis pies están hechos de arcilla, pero tengo algo en mi alma, y quiero dejarlo, pero poniendo el valor, reunir el valor es el trabajo de un hombre, amarte es el trabajo de un hombre»
Estas frases me resultan relevantes ante la política española que se ha convertido de un tiempo a esta parte en un lodazal por, entre otras razones, la negativa de las derechas y de sus afines de la extrema derecha a reconocer la legitimidad de un Gobierno que ha sido constituido por la voluntad de las urnas y la mayoría parlamentaria que lo sustenta. Y esta negación, aún siendo inaceptable en un contexto democrático como es el nuestro, se ha ido emponzoñando en una deriva inaudita en el que el insulto, el acoso y el uso partidista de la justicia se ha convertido de modo sistemático en el día a día de la oposición política de tres partidos frente a todo el resto del arco parlamentario que van desde los progresistas hasta los nacionalistas, sin que, parece, tenga visos de reconducirse, al menos, por el momento, o que, incluso, vaya a peor.
En esta situación, realmente penosa, la reflexión del Presidente del Gobierno merece, al menos, el elogio de hacernos ver que, todavía, existe un «toque humano» en la perversidad de la política que no ha de perderse definitivamente; que, todavía, un «amarte» ha de ser suficiente ante la beligerancia de lo público cuando sirve a intereses privados, algo así como una bella flor en medio de un basurero inmundo.
Ahora bien, y una vez acaecida la reflexión y asumida la decisión, que puedo entender como que «reunir el valor es el trabajo de un hombre», probablemente Springsteen cantaría después que «we shall overcome, someday», es decir, «venceremos, algún día». ¿Quiénes?¿Cuándo? La primera pregunta es fácil de responder: los demócratas, pero los de verdad, los que respetamos los resultados de los comicios sin ninguna excusa, nos gusten o nos disgusten. La segunda es más difícil porque uno tiene la impresión de que este país sólo ira bien en datos económicos y de empleo, en medidas de protección social ante los más desfavorecidos, en el engranaje de los nacionalismos en la rueda del Estado o en la representación internacional de España al día siguiente, ni un día más, de que un Gobierno conservador ostente el poder y ponga a pleno funcionamiento su maquinaria propagandística.
Entonces, y solo entonces, el lodazal será un jardín, los insultos serán elogios, el acoso será un abrazo y el uso partidista de la justicia no tendrá sentido porque ya ostentan el poder y no hará falta que un juzgado admita a trámite una querella de un pseudosindicato como es Manos Limpias —¿Limpias de qué?—basada, como el querellante dice, en «recortes de prensa» sin una mínima acreditación previa; precisamente lo que viene a exigir la Jurisprudencia del Tribunal Supremo para que una querella tenga curso procesal. Entonces, y solo entonces, el actual Presidente del Gobierno, ya retirado, habrá sido un gran estadista, al Partido Socialista, ya en la oposición, se le exigirá que se comporte como un partido de Estado para llegar a consensos claves para España e, incluso, hasta los nacionalismos, mediante concesiones y transferencias, serán un aporte al Estado Social y Democrático de Derecho que es este país «plurinacional».
Creo que la reflexión del Presidente del Gobierno ha ido en esta línea y con él la de todos los demás que asistimos atónitos a este modo inverosímil de hacer oposición desde lo burdo, desde lo zafio y desde lo vulgar, sin el más mínimo debate intelectual. ¿Y por qué tengo que aceptar este estado ruin de las cosas? Me rebelo ante ello y peleo por lo que creo que he de mejorar, porque, entre otras cosas menos importantes, «amar», sí, «amar» es parte de mi trabajo.
Iván Romo Arbide
Agrupación PSN-PSOE Tudela