Antonio Mercero, Santiago Martínez, y Jorge Díaz en el encuentro con los alumnos de Jesuitas
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«Un colegio es uno de los mejores sitios en los que uno puede estar para hablar de lo que le gusta». Así comenzaba Jorge Díaz su conversación con los jóvenes alumnos del colegio de Jesuitas de Tudela donde, acompañado por Agustín Martínez y Antonio Mercero, daban forma a Carmen Mola para entablar una conversación con los jóvenes lectores que han quedado atrapados por las historias de «La novia gitana», «La nena», «La red púrpura», «La bestia» o «El infierno» dentro de los actos de la Semana Literaria de Tudela.

Díaz, Martínez y Mercero han hecho que las historias de Carmen Mola sean unas de las novelas más esperadas por las estanterías de las librerías de todo el país y que muchos jóvenes hayan encontrado en sus páginas una historia con la que engancharse a la lectura. El salón de actos del colegio de Jesuitas fue reflejo de esa complicidad que los autores han encontrado con el público, con muchos adolescentes que se acercaban para conseguir la dedicatoria de los tres escritores en los ejemplares que encierran las investigaciones de la inspectora Elena Blanco.

Trabajo en equipo

Juntos, como ocurre en sus novelas, se enfrentaron a las distintas curiosidades que sobre su trabajo y su obra les platearon los alumnos y alumnas y a los que trasladaron, sobre todo, el valor del trabajo en equipo. Reconocieron que, a ellos, es lo que más les ha enseñado en su trayectoria como guionistas y novelistas. «Hay muchas vías para llegar a ser escritor, pero si algo os recomiendo es compartir, confiar y escuchar a los que tenéis a vuestro alrededor», comentó Agustín Díaz.

Los alumnos también mostraron sus curiosidad sobre cómo han podido sostener el personaje de Carmen Mola siendo tres escritores, duda de la que les sacó Mercero. «Jorge fue quien sugirió el tema de emprender una novela y, como buenos guionistas que tienen la característica de apuntarse a todo, decidimos montar una novela como si fuésemos guionistas. Era algo difícil siendo tres, sobro todo por la relación psicológica que se establece pero, si salió bien, fue porque todos supimos dejar nuestros egos en la puerta y, mas que de tus ideas, disfrutar de las buenas ideas de tus compañeros. Si continúa es porque cada uno de nosotros sigue disfrutando del talento de sus compañeros. Al final es respeto, no imponer puntos de vista y buscar lo mejor para la novela».

Apuesta por lo femenino

Otro aspecto que ha llamó la atención de los lectores ha sido la capacidad que han mostrado tres hombres de meterse en la psicología de la protagonista, la inspectora Elena Blanco, algo que para Díaz no guarda ningún misterio. «La mitad, o más de la mitad de las personas a las que conocemos son mujeres. Creo que nos debería costar más meternos en la mente de un asesino en serie», ironizó.

Respecto al pseudónimo escogido para firmar sus novelas, Martínez explicó a los alumnos y alumnas que en ningún momento han querido hacerse pasar por una mujer. «Carmen Mola surgió después de haber escrito el primer libro, así que no se puede pensar si está o no escrita por una mujer. La realidad es que hoy en las librerías la mitad de los nombres que ves están inventados y forman parte del juego. En nuestro caso surgió por la sensación que teníamos de que estaba siendo más importante quién escribía que lo que se escribía, y quisimos ver qué pasaba si lanzábamos una historia con una autora desconocida, que no hacía promoción y sin seguidores en las redes sociales. Salió bien y vimos que el éxito depende de que las historias gusten».

Sobre lo que sí incidieron es sobre la intencionalidad que tienen todos sus personajes femeninos, Elena, versión femenina del viejo detective americano de toda la vida, Mariajo, la informática de 60 años que se aleja del prototipo del hacker o la propia Chesca, «todos ellos personajes fuertes que queremos que sean los generadores de la acción», reconocieron.

«Una de las cosas en las que perdemos más tiempo es en pensar cómo asesinamos a nuestras víctimas»

Respecto a la inspiración de la que surgen las historias que se relatan en «La novia gitana», «La nena» o «El infierno», los tres autores aseguraron que se trata de historias oscuras y retorcidas que nacen de su imaginación y sus cabezas. Bromearon con los alumnos que su primera intención fue hacer comedia romántica, «pero no nos salieron», así que compartieron con sus seguidores que una de las cosas en las que invierten mas tiempo es en pensar cómo asesinan a las víctimas de sus novelas. «Somos tres escritores psicópatas que han tenido la suerte de encontrarse con una legión de lectores psicópatas», señalaron.

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