Deseo que los lectores hayan empezado bien el 2024. Comento el film del director británico Jonathan Glazer (Under the Skin), elegido para competir por los Oscar en la categoría de película internacional, obra que ya triunfó en el Festival de Cannes. Glazer adapta la novela homónima de Martin Amis, que narra la vida de un oficial nazi y su familia, establecida al lado del campo de exterminio de Auschwitz. El film lo protagonizan: Sandra Hüller, Christian Friedel, Ralph Herforth.
La historia parte con la pantalla a negro, después, vemos al comandante Rudolf Höss (Christian Friedel), junto a su esposa Hedwig (Sandra Hüller), e hijos regresando a casa al atardecer.Detrás de la tapia del jardín, descubriremos posteriormente, las siluetas de las chimeneas de los hornos crematorios. A la casa llega un oficial (Ralph Herforth), sobrino de un alto cargo de las S.S.
La vida de la familia transcurre con naturalidad, cenan con amigos, cuidan de su jardín, ignorando el Holocausto ejercido al otro lado del muro. Un día Rudolf recibirá la notificación de un ascenso y deberá abandonar la casa…
El director de Reencarnación, deja el triángulo amoroso de la obra de Amis, para evocar fuera de campo, el Holocausto judío. Glazer, alude a través del personaje del comandante, a “la banalidad del mal”, frase de la filósofa Hannah Arendt cuando describió en su ensayo “Eichmann en Jerusalén”, el carácter “normal” de Eichmann, el individuo que ideó el método para eliminar a los judíos, y se limitó a “cumplir su obligación”, como cualquier otro lo hubiera hecho.
Aparte de las convincentes interpretaciones de Christian Friedel y sobre todo Sandra Hüller, el film destaca por representar la barbarie, sin que la cámara muestre nada; es la labor de Mika Levi y los sonidos en off (disparos, gritos…) los que evocan el horror.
El film de Glazer no solo busca enfrentarnos a nuestra identidad, ya que cualquiera pueda hacer el mal, y no hace falta ser un asesino, también invita a adoptar una postura activa frente a la banalidad del mal.