Desde el pasado 4 de septiembre pertenezco a ese gran colectivo de personas familiares de afectados de accidentes de tráfico o atropellos en Tudela. Lo digo ya que tras el atropello de mi padre en la nueva rotonda de la Avenida del Barrio, han sido muchas las personas que nos han comentado sus experiencias con los atropellos en la capital ribera. Este atropello es, de momento, el más reciente, pero por fortuna no ha sido el más grave acontecido. Un simple repaso sobre datos de atropellos en Tudela en la hemeroteca o internet pone ciertamente los pelos de punta. En los últimos 5 años tenemos unos 24-25 atropellos al año (redondeando dos al mes). Se aprecia que incluso se han experimentado varios atropellos en el mismo día (véase el 23-05-2023, o el 4-5-2023).
Los datos son muy claros, como persona que trabaja la prevención de riesgos laborales tengo claro que detrás de un accidente siempre hay un árbol de causas, no simplemente mala suerte o superstición. Por eso, habrá que analizar bien los motivos de esta aparente gran accidentabilidad en una ciudad tan pequeña como es Tudela, y actuar en consecuencia, no dejar pasar. Como primer motivo, el incivismo y falta de respeto a las normas de circulación de una parte las personas conductoras. Como segundo motivo, también hay responsabilidades públicas para gestionar los riesgos que involuntariamente podemos generar las personas conductoras. He aquí algunas responsabilidades que personalmente observo: por ejemplo, la inexistencia de radares fijos, de los que ponen multas para controlar la velocidad en puntos críticos de la ciudad, si somos ciudad “grande” para unas cosas, ¿por qué no para esta? La necesidad de más medidas de pacificación del tráfico, ya que poner la velocidad a 30 está bien, pero ante el incumplimiento generalizado habrá que apostar por instalar más cojines berlineses, evitar aparcamientos pegados a los pasos de cebra, apostar por más calles en una sola dirección, poner en funcionamiento los semáforos misteriosamente apagados (como el del punto del accidente, bajo la rotonda de plaza Padre Lasa), o evitar que carteles publicitarios quiten visión justo antes de determinados pasos de cebra (como pasa en el paso de cebra previo a la rotonda de Plaza Padre Lasa bajando desde Anunciata).
Entre las medidas públicas, sin duda, son necesarias más campañas de sensibilización a largo plazo para fomentar la movilidad activa y restar algo al enorme espacio que los vehículos a motor ocupan en las ciudades. Andar más, usar más la bici, y especialmente tener máxima protección y limitación de uso de vehículos en zonas escolares y de paso de personas mayores. Frenar y restar más espacio al coche es una medida imparable por sentido común, por seguridad, y por sostenibilidad para reducir distintas contaminaciones (cambio climático, ruido, gases y partículas contaminantes, etc.).
Quiero agradecer a todas las personas que ayudaron a mi padre la mañana del accidente: las personas que le atendieron en la calle (especialmente Manuel Ucar), policía municipal, y personal de urgencias. Finalmente, en Tudela tenemos la suerte de tener entidades centradas y sensibilizadas en temas de movilidad activa y sostenible, me gustaría agradecer a Abel del Rey (Recicleta) y Eduardo Navascués (Ecologistas en Acción) sus datos e informaciones, así como a la concejala Olga Risueño por la atención prestada. Vamos a ver si entre todos y todas conseguimos una Tudela más segura y sostenible.
Luis García Hernández