Después del triunfo de Almodóvar en los Goya, en breve veremos si al otro lado del Atlántico, le otorgan el Oscar a la mejor película extranjera o Parásitos le gana la partida. La inesperada triunfadora de los Globos de Oro ha sido la película dirigida por Sam Mendes, (Camino a la perdición), un magistral retrato del infierno de la Primera Guerra Mundial, desde el punto de vista de dos jóvenes soldados en una misión suicida, para avisar a un batallón de una trampa ideada por los nazis. Protagonizada por: Dean Charles Chapman, George McKay, Colin Firth, Benedict Cumbertbach.
Estamos en la Gran Guerra, a dos jóvenes soldados británicos Schofield (George McKay) y Blake (Dean Charles Chapman), les encomiendan una misión suicida: salir de las trincheras, cruzar el campo enemigo para entregar una orden a un alto mando. Realizar esta misión a tiempo es vital, para evitar el ataque de 1600 soldados, los cuales van a ser víctimas de una trampa del ejército nazi, al hacerles creer que se han retirado. Además, entre ese batallón está el hermano de uno de esos jóvenes soldados.
Si en Senderos de Gloria de Stanley Kubrick, veíamos el desprecio de los altos mandos franceses a sus tropas, y el sinsentido de la guerra; ahora Sam Mendes, aparte del aspecto puramente bélico, presenta la delgada línea que separa el fracaso o el éxito de una misión, la vida de la muerte. Observamos la cruda guerra a través de dos héroes anónimos, aterrados ante el espectáculo de muerte y destrucción a su paso, capaces de arrastrarse por el barro y entre ratas. Dos soldados que en el fondo como tantos otros, ignoran para que luchan, pero conocen que desean: sobrevivir.
Si algo ha distinguido a Sam Mendes en su carrera es la destreza para plasmar emociones encontradas, a través de su cámara, ya lo hizo en American Beauty o Revolutionary Road. Ahora, con un único plano secuencia, (una única toma sin cortes,) y con gran destreza técnica usa la cámara para acompañar a los personajes. Las imágenes nos sumergen en los sentimientos de desolación, terror, contradicciones, de estos jóvenes; junto a otros momentos donde brilla la compasión, la solidaridad (magnifica la secuencia del soldado y la chica en el pueblo ocupado). El objetivo no es el alarde técnico es mostrar las entrañas del conflicto bélico.
Los jóvenes George McKay y Dean Charles Chapman, logran con una actuación muy convincente, irradiar las diferentes emociones en un marco de muerte y tragedia.
Un film donde gracias al dominio técnico y la utilización de las imágenes, nos crea un nudo en el estómago, mostrando la capacidad del cine para emocionar sin necesidad de efectos especiales o comedias absurdas.